El cuerpo olvidado
“Después de la muerte de Castor, hijo de Leda, su hermano gemelo Pólux, que era inmortal, se decide por la
vida temporal para seguir unido a su hermano. A partir de entonces, ambos pasan alternativamente un día en el cielo de
los dioses y el otro en los infiernos.”
G Stengelius, Ingolstadt, 1672. El huevo filosofico. Alquimia & Mistica.
El primer cuerpo es el huevo. Y como principio, tiene el anhelo de ese deseo.
Su rastro aparece, aunque descascarado, en la rigidez de un torso o la terquedad de una
idea; la piel interna de su cáscara se hace reversible en el rostro y cada uno de los
miembros que componen el cuerpo, la porosidad de su cara externa es el rastro sensible
de tocar todo lo material que este a nuestro alcance. El huevo se expande, se hace
enorme con su historia pesada y crece en plena oscuridad: como no ha alcanzado la luz
se creé que no empezo ó que esta detenido.
La obra de Marina y Mayi pone en evidencia la sobrevivencia de ese cuerpo; de aquello
que el tiempo naturalizado construye sobre nosotros en forma de fases y ciclos.
Su forma aparece victoriosa sobre el papel o entorpecida por un golpe aclamando la
constante de lo vital, donde el destino es transformarse sin perder el contorno originario.
Puede haber una piel que parece cubrir su superficie, o la parte alta es un volcán o el pico
de una montaña, la metáfora es insaciable en la obra de Mayi Solís: una muda que no
llega a producirse donde el huevo permanece solo, sin contexto y el cuerpo quiere
aparecer por donde él apenas le da permiso. Aunque en plena transformación, hay una
insistencia de ese cuerpo que resiste, a pesar de las sospechas, en existir.
Como costras de un tejido por el paso del tiempo aparece el huevo blanco, en el trabajo
de Marina Rodriguez; no liso sino atravesado por estados y reacciones propias del paso
del tiempo: alguna herida, algo podrido, una porosidad que deviene en irritado. En su caso
el huevo también aparece solo y despojado de contexto, o en todo caso con otros huevos,
aunque interviene la posibilidad de que el cuerpo del huevo se modifique en capullos para
producir la muda. Justo aquí pareciera mostrar que la unicidad del cuerpo del huevo no
alcanza, que es necesaria la agrupación con otros, para construir otro cuerpo, otro estado
de lo temporal.
Queda tratar de ver qué queda de ese cuerpo luego del paso del tiempo. Seguramente en
sus partes haya desigualdad, dolor y alguna transformación para la sobrevivencia de ese
huevo, cargando aquello que fuimos y que es posible despertar.
Guby Caregnato, octubre de 2019
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